Navojoa, Sonora.- Un árbol Nacapule de aproximadamente 140 años de antigüedad, considerado el más viejo de su tipo en Sonora, ha sido rescatado tras encontrarse en estado de abandono y al borde de la muerte.

Gracias a un esfuerzo conjunto del Instituto Navojoense de la Juventud, hoy el histórico ejemplar muestra nuevos brotes verdes y señales de recuperación.
“Lo encontramos seco. De hecho, uno de sus brazos más grandes lo debimos cortar porque ya estaba completamente seco”, declaró Heriberto Valenzuela, director del Instituto. Durante tres semanas, explicó, se trabajó intensamente para hidratar el árbol, incluso durante las noches, logrando que comenzara a revivir.
Valenzuela, originario de la comunidad guarijía de El Mojari, municipio de Quiriego, detalló que el árbol alcanza casi 20 metros de altura y una envergadura similar, lo que implicó un reto logístico. “Le hicimos casita. Ya me dio señales de vida”, dijo con orgullo.
El Nacapule está profundamente entrelazado con una barda histórica que lo acompaña. “Tanto la barda como el árbol están enraizados. Se sostienen el uno al otro”, explicó. Esta misma estructura da nombre al parque donde se encuentra: “El Rebote”, llamado así porque era utilizado por las etnias ancestrales para jugar pelota, rebotando la bola contra esa pared.

Rehabilitación de “El Rebote”
El rescate del árbol ha sido parte de un esfuerzo más amplio para rehabilitar el Parque El Rebote, una obra construida durante la administración del exalcalde Raúl Silva Vela, pero que desde hace tiempo se encontraba en estado de abandono.
El espacio ya ha sido pintado y reacondicionado, con accesos habilitados y equipamiento funcional. Valenzuela subrayó que el parque cuenta con elementos únicos, como las boyas que generan una acústica especial, lo que lo convierte en un espacio con gran potencial para actividades culturales y recreativas.
“Es placentero ver que la tarea da frutos. Se está poniendo verde”, concluyó el funcionario, quien aseguró que el proyecto ha reanimado el ánimo de todo su equipo y se perfila como un ejemplo de cómo la voluntad comunitaria puede devolverle la vida tanto a un árbol centenario como a un espacio público con historia.
